MI SALTO AL MUNDO LABORAL 

Hoy conocemos a Dani, participante del programa de Itinerarios Personalizados de Inclusión Sociolaboral para Personas y Jóvenes con Discapacidad de Salud Mental Aranda desde hace 6 años; quiere compartir su experiencia y su evolución en el mundo laboral desde que comenzó a participar en el programa. 

¿Por qué te animaste a participar en el programa de empleo? 

Me anime con el empleo porque era una opción de estar entretenido y trabajar, conseguir dinero a través de mi trabajo, mejorar mi economía, y me hacían falta cursos y formaciones para conseguir trabajos. 

Ya participaba en el centro ocupacional de la asociación, pero a través de Celia y Patri, me recomendaron el programa de empleo. Empecé haciendo cursos y aquí estoy, ¡¡a gusto!! Aunque algún curso me ha costado hacerlo, aproveché la pandemia para formarme y eso me ayudó mucho. 

¿En qué ha consistido tu trayectoria en el programa? 

He visitado muchas empresas, que me sirvieron para saber cómo es el esqueleto de cada empresa, nunca las había visitado por dentro y recuerdo que me gustaron mucho la visita a Pascual, la Harinera Arandina y la Pastelería Tudanca. 

He hecho cursos de prevención de riesgos laborales, del Covid, informática, entrevistas y procesos de selección, me he preparado las oposiciones de personal de servicios de la Junta de Castilla y León, así como cursos de motivación, derecho laboral, limpieza, y talleres de Fundación Mapfre y Fundación Inserta. Pero no todo ha sido trabajar, también he disfrutado yendo a montar a caballo. 

¿Cómo fue tu primera experiencia laboral? 

El primer trabajo que tuve fue haciendo portales. Al principio se me daba un poco mal, pero gracias a Celia Mínguez, la técnico de Inserción Laboral, y al equipo de CEE FESMA Empleo he aprendido a desenvolverme en la limpieza. 

Empecé siendo un poco chapuza, y luego he ido evolucionando gracias al equipo, a mi esfuerzo y a mis ganas de aprender, he conseguido trabajar en limpieza de oficinas, portales, edificios y tiendas. 

¿Qué haces en la actualidad? 

Actualmente trabajo en el Arco Pajarito con Grupo Osga, llevo seis meses y estoy muy contento, tanto con la empresa como con el Arco Pajarito. 

En 2022 ya trabajé con Grupo Osga realizando una sustitución de vacaciones, me gustaba el trabajo y desde que empecé a trabajar vi la armonía, la comprensión, siempre me hablaron bien y el trato por parte de todos fue maravilloso. 

Dos años después, en 2024, cuando volví, me he encontrado mejor todavía, porque el trato ha sido siempre bueno, si cometo un fallo me corrigen, me han enseñado lo que he necesitado. Tengo unos compañeros maravillosos y los abuelos son encantadores. 

Estoy muy contento en mi empresa, con mi trabajo y en el programa de empleo de la asociación. 

Fdo. Daniel Víctor Bariego Carnero 

BLANCO

Entré en una sala con las paredes blancas, en la que había unas perchas blancas con dos batas blancas colgadas. Frente a un escritorio blanco con un ordenador blanco, había un ser blanco que me hizo un gesto para que me sentara en una de las sillas que había frente al escritorio blanco. El ser blanco tecleo acelerado en el ordenador con dos dedos blancos que sobresalían de unas manos pequeñas y gordas enfundadas en unos guantes blancos. Por un momento pensé que esas manos gordas y pequeñas podían ser mi conexión con el ser, ya que mis manos tienen la misma fisonomía.

El ser me hizo unas anodinas preguntas de rigor y me pidió que me desnudara de cintura para abajo y me pusiera en una camilla a la que habían colocado un papel blanco con un empapador blanco. Respiré muy despacio dos veces antes de hacerlo. Respiración diafragmática. Uno, dos, tres y cuatro, inspiro. Uno, dos, tres y cuatro, mantengo la respiración. Uno, dos, tres y cuatro, expiro. Uno, dos, tres y cuatro, mantengo la apnea antes de empezar un nuevo ciclo. Me quito el pantalón y las bragas y me intento colocar en la camilla con el papel blanco, el empapador blanco y unas sujeciones para las piernas que la hacían parecer un potro de tortura.

El ser blanco me habla, sin mirarme a los ojos: baja más, más, todo lo que puedas. Mi pulso empieza a acelerarse ante la seguridad de que debía someterme a la prueba. Al reposar la espalda en la camilla con el papel blanco y el empapador blanco, miro hacia el techo blanco, con un fluorescente con una luz blanca cegadora. Por instinto, cierro las piernas con los pies apoyados en los estribos del potro de tortura. Giré la cabeza para mirar de frente, ya que el techo blanco con el fluorescente blanco estaba estresándome. Traté de buscar sus manos, pero me encontré unos ojos vacíos, sin ternura, sin empatía, sin nada. El ser me dijo que abriera las piernas, que me dolería menos. Abrí las piernas a lo inevitable del momento. De pronto, un ser verde, lleno de dulzura entró en la habitación. Se acercó a mí y yo aferré mi mano a la suya como quien se aferra a un salvavidas en un naufragio. Sentí el placer de quien, tras un largo tiempo bajo el agua, siente la presión en el pecho que le anuncia que se va a desmayar y de pronto nota una mano que le saca a la superficie y respira, respira, respira. Respira como si todo el aire de la atmósfera fuera poco para lo que necesita.

Entonces pienso en la mano del ser verde, mientras con la postura del pollo antes de ser asado, dejo de ser algo material y me transformo en mente para poder soportar el dolor, la humillación y el desprecio.

El ser blanco recoge unas muestras, mientras comenta que me tengo que controlar, que los enfermos mentales llevamos muy mal estas pruebas. Tú recuerdas las veces que pensaste que eso era normal y no lo era. Las veces en las que sentiste un dolor parecido y te echaron la culpa. Las veces que te dañaron y destruyeron tu autoestima. Las veces que quisiste gritar y no te dejaron.

El ser verde, limpia una lágrima que recorre tu mejilla izquierda y te ayuda a levantarte de la camilla con un papel blanco y un empapador blanco. Y al levantarte ves en el suelo una mancha roja sobre un suelo blanco. Y por un momento, esa mancha roja sobre el suelo blanco te reconforta, te hace sentir viva. Lo peor ya ha pasado.

Ana I. Gutiérrez.