Viaje de placer

Yo españolito de a pie, de 70 otoños, de un pueblo de al lado de Aranda llamado Fresnillo, he hecho un viaje sin conocer a nadie, os hago un adelanto, en la foto me encuentro en Central Park. Pertenezco desde hace 15 años a la asociación de Salud Mental Aranda cómo participante de ella, y ahora os contaré algo más sobre esta aventura. 

Este viaje comenzó el sábado 10 de mayo, cuando embarqué en un vuelo desde el aeropuerto de Barajas directo a Nueva York. Durante el vuelo, tuve la suerte de coincidir con personas maravillosas, entre ellas, una de las azafatas y algún que otro compañero de viaje. Cuando llegué al aeropuerto de Nueva York, me mandaron un mensaje al móvil, diciéndome que me esperaba en la puerta de salida del aeropuerto, entonces, una de las 4 personas que viajaban en el mismo avión y que venían de canarias, al ver el mensaje que me había enviado la persona que estaba esperándome, me preguntaron si yo era Alberto, y en ese momento me sentí muy bien, y muy seguro, ‘’me resolvieron la papeleta’’. Acto seguido, fuimos juntos, y nos llevaron al hotel, aunque teníamos hoteles diferentes.  

Algo que me resulto curioso, fue el cambio de horario, ya que hay 6 horas de diferencia entre Nueva York y España.  

Tanto los hoteles, cómo el autobús que usábamos para desplazarnos, y los aeropuertos tenían Wifi. 

Durante mi primer día en Estados Unidos, pude conocer a mis compañeros de viaje, y tuve la gran suerte de cruzarme con 25 bellísimas personas, las cuales se convirtieron en mi familia durante mi estancia en los Estados Unidos. Este día, nos llevaron en un furgón a recorrer Manhattan y a ver Central Park, por la tarde, tuve la suerte de poder pasear durante 3 horas disfrutando de la ciudad y de mí mismo, esto en parte, fue gracias a las diferentes personas que sabían español a las cuales pregunté para no perderme.  

El lunes fuimos los 25 al New England también vimos Connecticut, Massachusetts y al llegar a Boston hicimos un tour panorámico incluyendo la Universidad de Harvard.  

El martes terminamos de visitar Boston, visitamos alguna ciudad pintoresca, además, pusimos rumbo a Albany, una ciudad preciosa pero no muy grande. 

El miércoles nos montamos en el autobús para poner rumbo a las Cataratas del Niágara, que se encuentran en el Sureste de Canadá, una vez allí, hicimos un precioso crucero de 20 minutos. Al lado de las cataratas había un edificio en forma de pirulí, dónde comimos y pudimos disfrutar de las preciosas vistas panorámicas de las Cataratas del Niagara.  

Foto de las cataratas del Niágara

El jueves, pusimos rumbo a Washington DC, recorriendo así 686km. Durante el viaje, paramos en un pequeño pueblito llamado Amish, dónde pudimos ver que vivían de forma ecológica, sin luz, ni teléfono, ni televisión. 

El viernes, visitamos Washington DC, y pudimos ver la casa blanca, dónde vive el actual presidente de Estados Unidos. También pudimos visitar el monumento al presidente Washington, quien en su honor se puso el nombre a la ciudad. Además, vimos un cementerio muy famoso de allí, dónde se encontraban algunos de los personajes importantes de la historia de Estados Unidos. Por último, visitamos el capitolio. Durante la tarde, pudimos entrar a algunos de los museos gratuitos de la ciudad, y vimos también el monumento que honra a Martin Luther King. Añadiré, que nos sorprendió un gran tifón y tuvimos que quedarnos dentro del autobús durante 20 minutos, nunca había visto llover de esa manera, y con esa fuerza. 

El sábado pusimos rumbo a Philadelphia, el origen de Estados Unidos, vimos la campana de la libertad, y el salón de la independencia, dónde se redactó la constitución de Estados Unidos. Este fue el último viaje que hicimos los 25 juntos, ya que ese mismo día, cuando volvimos a Nueva York, nos separamos.  

El domingo, algunos de nosotros hicimos un tour por la ciudad de Nueva York, y vimos la comunidad ortodoxo-judía, me sorprendieron mucho algunos de los datos que nos contó el guía, cómo, por ejemplo, que los hombres casados siempre llevan barba, y todas las mujeres llevan peluca, además, tienen todas las familias entre 7 y 8 hijos. 

Cómo conclusión, creo que este viaje me ha enseñado mucho. He aprendido mucha historia, he escuchado, he respetado a las personas que me acompañaban, he disfrutado mucho de mis compañeros y también de mí mismo. He aprendido a separarme un poco del móvil, y a disfrutar del momento presente. He sido muy valiente y he perdido los miedos que me rondaban antes de embarcarme en esta aventura. Además, quiero dar las gracias a la psicóloga de la asociación, a mi profesional de referencia, a la auxiliar administrativa de mi pueblo, y por último, al conductor y a la guía que nos acompañaron durante todo el viaje, lo hicieron muchísimo más fácil.  

Permítete vivir, y disfrutar de las cosas que tienes a tu alcance, saboréalas y disfruta del momento presente.  

 

Fdo. Alberto Blanco Platel. 

CABALLO DE TRES TIERRAS 

Un viernes de verano en tierras de Luzaria entre prados y montañas nacía yo. Un caballo de espíritu libre y rebelde. Desde potrillo corría entre los olivos de Saharida, aprendí con la fuerza de mis ancestros a sentir brisa entre mi melena. Allí cada atardecer era una fiesta de colores, sonidos y olores.  

Desde el inicio de mis aires, fui diferente. Mientras mi manada brincaba sin miedo yo sentía que mis patas no pertenecían a Luzaria. 

El mundo se sentía demasiado grande, con demasiado ruido, demasiado incómodo… 

Muchos me “enseñaron” a golpear con fuerza, a llevar la cabeza alta como los demás. Pero algo en mí no funcionaba.  

A veces me paralizaba sin razón, hacia cosas que no debería. Otras veces corría sin control como si escapara de algo, de algo que solo existía en mi mente.  

“Este caballo no sirve”, “Este caballo no pertenece aquí” dijeron algunos “No es fuerte” dijeron otros.  

La cuestión era que ni yo sabía que era verdad y que era mentira, yo mismo me creía cosas que yo mismo me decía.  

Un día me llevaron de vuelta, más allá del mar, al otro lado a Saharida tenía la esperanza de que tal vez allí podría encontrarme y a mi verdadera manada.  

Pero el cambio era demasiado brusco. La luz era diferente y el calor quemaba. Me sentía perdido en un mar de arena.  

Pasaron unos años en Luzaria, hasta que conocía a Blanchelis.  

Me observo en silencio, intentando comprenderme. Hasta que me dijo: 

No tienes que correr como los demás, no tienes que ser lo que esperan de ti. Solo tienes que ser TÚ.  

Por primera vez sentí que no tenía que luchar contra mi propia mente, sino parar y saber que me está intentado explicar.  

Con el tiempo todo mejoraba, había días difíciles pero ya aceptaba que mi camino era diferente.  

Y cuando sentía que mi trote se había adaptado… 

Me llevaron a Brumania tierra de bosques fríos y colinas verdes. Entendí que la vida siempre me pondría a prueba. Mi mente seguía siendo un lío, pero esta vez, en lugar de tratar de cambiarme, decidí escucharme a mí mismo. 

Aprendí que la fuerza no siempre está en la velocidad ni en la resistencia. A veces, la verdadera fortaleza está en levantarse cada día a pesar de la tormenta en tu cabeza. 

Soy el caballo de tres tierras. No soy el más rápido ni el más feroz, pero sigo corriendo. Y eso, para mí ya, es una victoria. 

 

Fdo. Caballo de tres tierras.