LA PÉRDIDA INESPERADA

El suicidio de un ser querido provoca un fuerte impacto en la familia. Una de las cuestiones que la familia puede plantearse inmediatamente después del suicidio es «¿Vamos a decirle a la gente la verdad sobre lo que ha pasado?». En algunas ocasiones esto puede provocar divisiones en la familia. Hay familias en las que algunos miembros dicen: «Tenemos que decirle la verdad a la gente», mientras que otros afirman: «No podemos decirle a la gente la verdad. ¿Qué pensarán de nosotros si saben que ha muerto por suicidio?». Y esta división de opiniones puede generar conflictos. También pueden surgir conflictos y tensiones debido a la rabia que cada uno puede experimentar y que en ocasiones se suele proyectar sobre los demás.

Por otro lado, en la mayoría de los casos, las personas encuentran muchas dificultades para compartir su dolor con los demás miembros de la familia, en ocasiones para no hacerles más daño y en otras porque sienten que los demás no les van a entender. Esto lleva a una especie de conspiración de silencio, que alimenta la culpa y la falta de comunicación.

Poder hablar del suicidio del ser querido y sobre cómo se siente cada uno de los miembros de la familia ayuda a aliviar la tensión devastadora que se produce. Compartir abiertamente los sentimientos que están experimentando y mostrarse sensibles a las necesidades de cada uno de ellos ayuda a que los miembros del sistema familiar se sientan más unidos y puedan afrontar juntos la pérdida, y esto favorece el proceso de duelo.

En algunos casos, buscan ayuda fuera, debido a que son conscientes de que es muy difícil que se sientan apoyados por sus familiares porque estos están sintiendo lo mismo y apenas pueden sostenerse a sí mismos.

Otra situación frecuente en las familias, sobre todo en las parejas que pierden a un hijo por suicidio, es la falta de sincronía en su proceso de duelo, tanto en la forma de afrontarlo como en el ritmo. A menudo uno de los miembros de la pareja emplea una estrategia de afrontamiento dirigida a proteger al otro: no mostrar los propios sentimientos, evitar hablar de la pérdida y mantenerse fuerte en presencia de la pareja para protegerla.

Pero esta estrategia conduce frecuentemente a pensamientos como: «Mi pareja no sufre tanto como yo», «parece que ya ha olvidado a nuestro hijo»..., lo que conlleva conflictos y un alejamiento entre ellos. Asimismo, las necesidades de cada uno de los miembros de la pareja pueden ser muy diferentes. Por ejemplo, la madre puede necesitar hablar de su hijo fallecido, recordarle, poner fotos en la casa, mientras que al padre le hace daño ver las fotos de su hijo, o hablar de él.

Tras la pérdida de un hijo aumenta el número de divorcios, sobre todo en los casos en que la relación previa no era sólida. Una de las razones de este aumento de separaciones es la diferencia de afrontamiento, en general, entre los padres y las madres. Según un estudio reciente, los padres tienden a centrarse en el trabajo en mayor medida que las madres, mientras que estas concentran su esfuerzo en el cuidado y atención de los otros hijos; por su parte, las madres expresan reacciones de duelo más intensas que los padres, y éstos mantienen menos contacto con la familia de origen que las madres.

Sin embargo, después de la pérdida de un hijo, sobre todo cuando la muerte ha sido por suicidio, muchas parejas se sienten más unidas.

Desde que falta nuestro hijo, mi marido y yo nos hemos unido más. Es verdad que a veces tenemos que hacer un esfuerzo para respetar el dolor del otro, o ceder en algunas ocasiones. El otro día mi marido quería ir al cementerio, yo me había levantado más tranquila que otros días y no me apetecía ir porque sabía que después me sentiría peor, pero fuimos juntos. Yo sé que él también hace cosas por mí… Creo que unidos podremos afrontarlo mejor.

Una mujer que perdió a su hijo por suicidio

La muerte de un hermano provoca asimismo un intenso sufrimiento. Los adolescentes y jóvenes que pierden a un hermano o hermana por suicidio a menudo expresan que se sienten solos en su dolor porque sus padres están devastados, por lo que tienden a no expresar sus sentimientos delante de ellos para no ser una carga. Debido a esto, en ocasiones los padres y otros familiares piensan que ellos no lo sienten tanto, que, como son jóvenes, lo van a superar enseguida, y esta actitud puede generar mucha soledad e incomprensión.

Por este motivo se considera que el duelo de los hermanos es un «duelo olvidado». Sin embargo, en muchas ocasiones se trata de un duelo muy complicado, porque el vínculo entre hermanos, independientemente de la relación que tuvieran, es muy especial. Al igual que en el caso de la muerte de un progenitor, la muerte de un hermano implica la pérdida de un pasado compartido.

Nadie más sabe lo que era crecer en su familia. Es importante entender, por tanto, que los adolescentes y los jóvenes que pierden a un hermano se enfrentan al vacío, a preguntas tan temidas y dolorosas como «¿Tienes hermanos?» o «¿Cuántos hermanos tienes?», a todo aquello que no vivirán con su hermano: el día que se casen, cuando tengan un hijo; si era su único hermano, nunca serán tíos…

Cuando me preguntaron por primera vez si tenía hermanos, me quedé paralizado… No se me había ocurrido pensar que pudieran hacerme esa pregunta. Nunca lo pensé, por eso no sabía qué decir… Al final contesté que tenía un hermano. Afortunadamente, eso fue todo. La persona no siguió hablando de ello… Desde entonces esta es para mí una pregunta difícil.

Un chico cuyo único hermano se suicidó

Los hermanos a veces se sienten responsables de alguna manera del suicidio porque consideran que no hicieron lo suficiente para apoyar a su hermano o hermana, o porque no se dieron cuenta de lo mucho que estaba sufriendo. Es frecuente también que, después del suicidio de un hermano, se sientan enfadados con él por haberlos abandonado. Algunos hermanos expresan una mezcla de tristeza y alivio porque el sufrimiento de su hermano ha terminado. Asimismo es habitual sentirse culpable por seguir viviendo y, en ocasiones, es difícil adaptarse al cambio en las relaciones familiares cambiantes, por ejemplo, convertirse en el hijo único, o en el mayor o el pequeño. A menudo se sienten presionados para llenar el espacio vacío que ha dejado su hermano en la familia, o intentan de alguna manera compensar la pérdida de su hermano en la familia.

Por todo esto, desde la Asociación hemos creado un nuevo camino, aun por recorrer: Efecto mariposa. Un grupo de supervivientes del suicidio, dirigido a personas que hayan perdido a sus seres queridos por suicidio. Con ello queremos proporcionar:

  • Un sentido de comunidad y apoyo.
  • Un entorno empático que proporcione la sensación de ser comprendido.
  • La esperanza de que la “normalidad” puede volver a llegar con el tiempo.
  • Las experiencias compartidas en el duelo por suicidio, como los aniversarios difíciles y las ocasiones especiales.
  • Oportunidades para aprender nuevas formas de abordar el día a día.
  • Ser una “caja de resonancia” para discutir los temores y preocupaciones.
  • Un entorno en el que la expresión del dolor pueda ser compartida, exista confidencialidad, y se ofrezca comprensión y apoyo.
  • Información y apoyo sobre el suicidio y el duelo por suicido.

 

“No podemos prevenir lo que no mencionamos. Hablemos libremente del suicidio.”

 

Fdo. Alba Ortiz Juez. Psicóloga de Salud Mental Aranda