En Febrero comenzaba nuestro recorrido por este camino llamado Proyecto JULIA que hemos realizado en Roa. Los inicios no fueron fáciles, no nos conocíamos entre nosotras, cada una de un pueblo diferente, con una edad diferente y unas barreras que a veces todas nos autoimponemos. Por otra parte, no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar bajo el paraguas “mujeres con problemas de salud mental de la zona rural”, aunque no queramos, a veces nosotras mismas nos ponemos las etiquetas y las acompañamos de prejuicios. Nunca pensé que llegaríamos a conectar y compartir tanto.
Desde esta incertidumbre empezó nuestro camino. Un camino que ha hecho que en ciertos momentos tengamos que derrumbar cimientos que pensábamos que eran firmes en nosotras, pero que en vez de sostenernos, nos hacían empequeñecer.
Cada una de nosotras ha vivido a lo largo de su vida situaciones de desigualdad simplemente por el hecho ser mujer, a lo que hay que añadir problemas emocionales y vivir en un pueblo. Nuestras vidas no han sido fáciles, pero creemos firmemente que tenemos los mismos derechos que todo el mundo, que la igualdad no debería ser algo que pelear, sino que debería ser un derecho protegido y que para que las cosas cambien, tenemos que mantenernos unidas.
En este trayecto por Proyecto JULIA, hemos conocido los recursos de protección que tenemos las mujeres contra la desigualdad de género, la necesidad de caminar juntas en este proceso y de querernos libres. Nuestras conclusiones son que la educación es la base fundamental para conseguir la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, ya que nadie nace siendo machista sino que las tradiciones y los aprendizajes nos “obligan” a encajar en ciertos patrones; y que aunque la lucha es un proceso de desgaste, es mucho más fácil si luchamos todas juntas, apoyándonos unas a otras.
En este camino, también hemos descubierto nuestras muchas capacidades y fortalezas, y también hemos cambiado nuestra forma de actuar ante muchas cosas. Ahora nos sentimos más seguras de nosotras mismas, no dejamos las cosas “estar”, sino que hacemos lo que creemos que tenemos que hacer desde la calma y el respeto, no pasamos por alto ningún tipo de violencia hacia nosotras mismas ni hacia otras mujeres, y no permanecemos calladas. Podríamos decir que hemos perdido el miedo, y eso nos ha hecho más libres.
Ya no estamos solas, ahora somos parte de un grupo de mujeres valientes, fuertes, seguras, con menos miedos y complejos, más empoderadas, libres y felices. Nos llevamos de este gran grupo que hemos formado una gran sensación de pertenencia, amistad, convivencia, apoyo mutuo, autoconocimiento, estrategias para estar mejor, muchos aprendizajes y también mezcla cultural, incluidos intercambios de recetas de nuestros lugares de origen.
¿Quién nos iba a decir que esas mujeres que se sentaron a nuestro lado ese primer día y que estaban tan lejos, iban a estar ahora tan cerca?
Fdo. Mujeres participantes Proyecto JULIA 2022.