¿TE APETECE PASAR?

LAS VIVIENDAS DE SALUD MENTAL ARANDA

Hoy os dejamos el artículo con la segunda pregunta realizada a los participantes de las viviendas MENTA, ESPLIEGO y AMAPOLA.

  1. ¿Cómo ha sido la época de la pandemia dentro de la vivienda?

Anónimo 1: Inicialmente fue un rollo, con el tiempo y buscando entretenimiento cómo hacer punto, jugando a las cartas o viendo la TV fueron pasando los meses.

Anónimo 2: Lo pasé mal, se me hizo largo. Tenía la necesidad de salir a andar, y lo hacía con un permiso dando un paseo, aunque la gente, “los policías del balcón”, me criticaban por estar en la calle y me hacía sentir muy mal. Me entretuve pintando, jugando a las cartas y viendo la televisión con mis compañeras. Además me gusta mucho leer. Echaba de menos ver a mi familia. Agradezco la visita de los técnicos con quienes hicimos diferentes actividades en casa.

Anónimo 3: Muy mal, no podíamos salir de casa y los técnicos venían a diario donde hacíamos talleres y ejercicios, jugábamos a las cartas al parchís al dominó. En mi caso además aprovechaba para subir y bajar las escaleras del edificio para estirar las piernas.

Anónimo 4: Yo cuando vi que iban a cerrar todo me marché al pueblo con mi familia, allí escuchaba música y hacía crucigramas. Además desde la asociación me traían cuadernos con ejercicios para que me entretuviera y estuviese activo.

Anónimo 5: Aprovechábamos que teníamos un permiso para pasear 30 minutos al día, junto a los paseos y los ejercicios que nos mandaban los técnicos se pasaba mejor el tiempo.

Anónimo 6: Yo valoré las tardes jugando a las cartas, en esa época jugábamos mucho para matar el tiempo.

Anónimo 7: Soy una persona inquieta y movida. Me gusta mucho pasear y me sienta bien. Cuando dijeron que no podíamos salir de casa me sentía cohibido y encerrado. Gracias a los monitores que venían de vez en cuando se pasaba mejor.

Anónimo 8: Yo durante el confinamiento vivía en mi domicilio. Lo pasé francamente mal. Solo, con ansiedad, angustia y muchos pensamientos. Gracias al SAD hablaba todos los días con alguien y no me sentía tan mal. Mantenía mucho contacto con la asociación entre monitores y compañeros que se hacía más llevadero.

Anónimo  9: Durante el confinamiento me sentí muy mal, agobiado, pensaba que no iba a acabar nunca. El contacto con mis hijas era menor y para mí es muy importante.  Menos mal que venían los monitores para hacer actividades con nosotros y pasaba el rato volando.

Anónimo 10: Para mí  también fue agobiante, el hecho de no poder dar ningún paseo. Por lo menos mantenía contacto telefónico con mi familia. Gracias a los monitores hacíamos gimnasia, pintura, juegos, etc.

 

PD: no te pierdas el próximo jueves 20 de mayo la tercera pregunta

¿TE APETECE PASAR?

LAS VIVIENDAS DE SALUD MENTAL ARANDA

 

Desde Salud Mental Aranda queremos enseñaros las viviendas que actualmente tenemos en la asociación, contaros la experiencia de las personas que viven en ellas y como puede ser un día a día cotidiano en este recurso. Hay personas que llevan meses y otras que ya acumulan la experiencia de cinco o incluso más años viviendo en este servicio.

En la actualidad existen 3 viviendas: AMAPOLA, ESPLIEGO y MENTA donde residen un total de 4 mujeres y 7 hombres con edades comprendidas entre los 34 y 65 años.

Para acercarnos un poco más a ellas, os dejamos los siguientes relatos, para que sean las personas que viven en este recurso quienes os lo puedan contar.

A lo largo de éste mes de mayo, cada semana lanzaremos un artículo con las 4 preguntas que les hemos hecho a todos los participantes.

La pregunta de ésta semana es:

  1. Cómo te ha cambiado la vida desde que vives en una vivienda supervisada.

Anónimo 1: Antes vivía en un pueblo de Burgos con mi marido, ya fallecido. Por las mañanas me marchaba al centro de día de un pueblo cercano. Ahora que estoy viviendo en una vivienda supervisada me encuentro muy bien, mi  rutina normalmente es: por las mañanas ir a la asociación y por las tardes lo dedico a mi ocio como puede ser ver la TV, hacer punto o jugar a las cartas con mis compañeras.

Define su vida en la vivienda como “fácil y bonito”.

Anónimo 2: Antes vivía con mi familia, si bien la convivencia era buena de manera intermitente. Desde que estoy en la vivienda estoy bien y me comprometo acudiendo a mis talleres en la asociación por las mañanas. Me gusta ir de paseo y estar por la tarde pintando, viendo la televisión y jugar a las cartas con mi compañera.

Defino mi vida en la vivienda como “distinto y difícil”.

Anónimo 3: Viví en un pueblo de la provincia de Burgos hasta que empecé en la vivienda hace cinco años. Soy la más veterana y he vivido muchas aventuras. Cuando comencé en la vivienda los monitores me hacían sentir muy protegida.

Destaca que en la vivienda se ríen mucho.

Anónimo 4: Antes vivía en un pueblo pequeño que no tenía recursos, ahora tengo más apoyos y recursos, me siento mejor y el cambio ha sido para bien.

Anónimo 5: Vine de Palencia por la recomendación de mi psicólogo que me habló de las viviendas supervisadas “llevo ya 5 años aquí” estoy muy agusto y además soy de los pocos que he pasado por todas las viviendas que tiene la asociación de Aranda.

Anónimo 6: En un principio no quería entrar a los pisos y una vez que lo probé me sorprendió para bien, no imaginaba que sería así. Hago muchas cosas y muchas más que cuando vivía en mi pueblo.

Anónimo 7: Solo puedo decir que me siento agusto en el piso con mis compañeros y valoro mucho el trato que tenemos entre todas ¡El buen ambiente!

Anónimo 8: Sí que ha cambiado. Es diferente. Hace años estaba acostumbrado a la vida de dulzura, a la buena vida, que en el fondo no era la más adecuada y desde que estoy en espliego estoy más organizado.

Anónimo 9: mi vida ha cambiado a mejor, sobre todo en la soledad que sentía antes y ahora no. Me siento acompañado en todo momento por mis compañeros de piso y el profesional de referencia.

Anónimo 10: Es mi segunda casa. Si yo pudiera elegir me gustaría estar en el pueblo pero no me queda más remedio. Me siento agusto aquí, comprendido por mis compañeros y monitores. Tengo que decir que mi vida ha cambiado para bien.

Anónimo 11: En la vivienda me siento bien. Siento que mi vida ha cambiado para bien. Antes en el pueblo estaba más desorganizado y más solo. Ahora con el apoyo diario me siento mejor.

 

PD: no te pierdas el próximo jueves 13 de mayo la siguiente pregunta.

LA PAREJA DE DOS

Dos participantes con experiencia propia de nuestra Asociación Salud Mental Aranda, desde abril de 2020, mantenemos una comunicación telefónica diaria.

Uno tiene el teléfono móvil y un portátil y tablet y el otro teléfono fijo.

En estos 11 meses a través del teléfono y del ordenador, hemos escuchado: canciones profanas y religiosas todas preciosas y normalmente con mensaje y de nuestra época, audiovideos sobre la autoestima, de psicología positiva, de salud física y de los beneficios del ejercicio físico y de la naturaleza, otros vídeos han sido de nuestra Asociación cuando han hablado en los medios de comunicación de radio o televisión, o de la Federación de Salud Mental Castilla y León, de deportes, o de los grabados con motivo del 20 aniversario de nuestra Asociación, también de cómo sentirse bien, de cómo superar la ansiedad, o de la amistad, hemos hablado también de nuestras familias, etc.

Uno de los dos a veces leía e-mails muy constructivos que había imprimido que le habían enviado los profesionales de la Asociación o leía escritos de los muchos apuntes que siempre toma cuando asiste a las clases o habla con los profesionales.

Esto nos ha venido muy bien especialmente cuando hemos estado confinados los primeros meses de la pandemia y actualmente, también repasamos lo que hemos hecho ese día que hablamos o preveemos los quehaceres de los próximos días.

Hablamos mucho de todo lo referente a nuestra Asociación y así a veces hemos hecho sugerencias a algún profesional para que lo tuviesen en cuenta que las han llevado a cabo.

Procuramos no criticar a nadie y así ver las posibles mejoras en la relación que tenemos con esas personas de las cuales hablamos

¿Qué conseguimos en esta comunicación?:

Apoyarnos mutuamente, estar de alguna forma acompañados, conocernos a fondo con sinceridad, crear lazos de amistad, prever en lo posible el futuro, cuidarnos, superar la ansiedad, valorarnos y valorar a los que conocemos, aprender el uno del otro. Es como una terapia.

Ninguno de los dos sentimos adicción a la llamada y a hablar, ni lo sentimos como una obligación. Siempre queremos que el otro se sienta mejor, de eso depende la duración de la llamada. No tenemos un tiempo fijo para comunicarnos.

El gasto que tenemos es mínimo, pues es una llamada que está bajo una tarifa de las que ofrecen actualmente estos servicios.

Es una experiencia de enriquecimiento mutuo. Nos ha servido para superarnos y también prolongar el espíritu de la Asociación que en ella compartimos en las clases presenciales y vemos los frutos de eso de una forma concretizada.

Te agradecemos que hayas leído y compartido nuestra experiencia. 

 

Fdo. Alberto Blanco Platel y Carmelo Esteban Esteban

 

Despedida sin abrazos

Han pasado muchos meses, casi un año, cuando nos recomendaron y nos siguen recomendando, que guardemos una distancia sanitaria o de seguridad, entre no convivientes, entre personas que vivimos en distintos hogares, aunque seamos familia. A su vez, también nos recomendaron otras muchas medidas para protegernos y proteger a los demás, sobre todo a los nuestros.

Hemos aprendido a sonreír con la mirada, a saludarnos con el codo, luego nos dijeron que mejor no, que nos saludásemos con la mano en el corazón; a consolarnos o despedirnos con abrazos en la distancia cruzando nuestros brazos hacia el pecho; pero ¿hemos aprendido a dar nuestro último adiós a un ser querido sin abrazos?

Cuando se va un ser querido, no estamos preparados para su despedida, aunque sepamos que por alguna circunstancia tarde o temprano ya no estará con nosotros, pero, sobre todo, para lo que nunca estamos preparados, por muchos consejos que nos den, es para dar el último adiós a una persona sin abrazos y, esta situación, está afectando a la Salud Mental de muchas familias.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) ya advirtió hace tiempo que la Pandemia Mundial afectará a la Salud Mental de toda población, por muy diversas situaciones.

También el Movimiento Asociativo de Salud Mental España, tanto desde Confederación Salud Mental España, como desde Federación Salud Mental Castilla y León, por supuesto desde Salud Mental Aranda y desde todas las Asociaciones que forman parte de este movimiento, están notando un amplio incremento de personas con problemas de Salud Mental derivados o a consecuencia de la Pandemia que estamos sufriendo.

A su vez, son muchos los psicólogos que reiteran esto y nos están avisando, que el tener que despedir a nuestros seres queridos, con normas, sin abrazos, el no poder acudir a funerales, entierros, ritos… son factores que pueden aumentar el sentimiento de impotencia, desesperanza, y añaden más dolor a estas pérdidas, que se caracteriza por una vivencia de saturación psicológica y emocional, y por un gran sentimiento de indefensión, pues la despedida y el acompañamiento en la pérdida de un ser querido, que tanto facilita el proceso de duelo, no pueden verse realizados en estos momentos de Pandemia.

Tristemente, hace poco, mi familia ha experimentado esa carga emocional, perdimos a una persona querida, como le está sucediendo a demasiadas familias. Aunque no fue por este “bichito”, como ha ocurrido en muchas otras familias, pues los fallecimientos se siguen produciendo por diversos motivos; cuando sufres esta situación te das cuenta realmente lo mal que lo han pasado y lo siguen pasando varias familias a lo largo de toda esta Pandemia. Al dolor de despedir a un familiar, se añade, sobre todo, la rabia, la ira, la frustración, la desolación de querer y no poder dar un abrazo, un beso, un simple apretón de manos, de consolar a los tuyos, y lo peor de todo, el sentimiento de soledad que te invade. Es una experiencia muy dura y difícil de gestionar. Ves como gran parte de la familia no puede venir, otra parte elige entre velatorio o entierro, por responsabilidad y por no exponerse, ni exponer a los demás al “bichito”.

Llegado el momento de la última despedida, metes las manos en los bolsillos, apretando los puños fuertemente para soltar esa tensión acumulada, aprietas los dientes bajo la mascarilla para que no se escape ese llanto, ese sollozo de dolor que tienes atrapado en la garganta, a su vez, cierras los ojos fuertemente, ocultos tras unas grandes gafas de sol, para intentar que no se escapen las lágrimas contenidas. Sientes una sensación extraña, con una gran mezcla de emociones, que por unos instantes no sabes sí realmente estas allí o todo forma parte de un mal sueño, es como si estuvieras en “off”.

Te preguntas: ¿Cómo puede gestionar una persona todo este cumulo de emociones y sentimientos?

Los psicólogos recomiendan que para superar estas experiencias y que no afecten demasiado a nuestra Salud Mental, sería bueno que cuando pasase la Pandemia, hiciéramos una despedida como hubiésemos querido. Y hasta que pase la Pandemia, para superar el duelo, nos recomienda no guardarnos las emociones, los sentimientos, que los compartamos con la familia, amigos, ya sea a través de una llamada o a través de una pantalla, que no nos aislemos, y, en caso necesario pedir ayuda profesional.

En mi caso, formar parte del Movimiento Asociativo de Salud Mental, concretamente ser miembro de Salud Mental Aranda, en estos momentos, me está sirviendo de gran ayuda, pues en la Asociación, todos los participantes, contamos con un gran equipo de profesionales que nos enseña, nos da pautas y nos ayuda a gestionar las emociones, en los diversos talleres y actividades que realizamos y, sí lo necesitamos, tenemos el apoyo de nuestra psicóloga.

 

Termino con una pregunta que llevo un tiempo oyendo en diferentes medios de comunicación y que también he escuchado, recientemente, al Director General de la OMS: “¿Quizás nos estamos acostumbrando a oír todos los días una cifra de fallecidos y no pensamos que detrás de cada número hay una persona con nombre y apellidos, y detrás de cada persona se queda una familia rota?

Puede que sea cierto, que nos estemos acostumbrando a oír todos los días cifras y no prestemos atención, quizás debido al cansancio “pandémico” que vamos acumulando, pero  debemos pensar que para dejar de escuchar estas cifras y disminuir los contagios de este “bichito”, en gran parte, depende del comportamiento de todas y todos, de nuestra responsabilidad, de nuestra pequeña aportación para contribuir a frenar esta situación, para que cuanto antes ninguna familia, ya sea por la Pandemia o por otras circunstancias, tenga que pasar por la dura situación de despedir de un ser querido sin abrazos.

Un fuerte abrazo (virtual) y en la distancia a todas las familias que durante esta Pandemia han perdido a un familiar, a un ser querido, a un amigo, y han tenido que darles su último adiós sin un abrazo.

 

MendyLuna

 

LA COLMENA DE SALUD MENTAL ARANDA

En el universo está la tierra, ésta tiene  esparcidos por toda ella en medio de la naturaleza de la sociedad muchas colmenas de Salud Mental, están entre ellas las que están por España y dentro de ésta, las de Castilla y León.

Una de esas colmenas es la de Salud Mental Aranda de 20 años de vida.

Hay enjambres en esas colmenas que se han creado al surgir de las sedes, son las delegaciones. En Aranda, las enjambres que ya se han hecho colmena son la de Roa y la de Huerta del Rey

En la colmena de Salud Mental Aranda en sus alzas están los cuadros o panales, cada uno de ellas con sus diferentes clases de abejas donde colocan su miel. El emplazamiento de las colmenas de Salud Mental Aranda está en medio de la creación de la sociedad donde las abejas pueden libar en las flores que hay en su ecosistema lleno de floración que son cada una de las personas de su población de Aranda con los que tratan cada “abeja”. En los cuadros o panales que están cubiertos de abejas, que son sus participantes, destacan la reina (los profesionales), las alzas de la colmena hay que  tenerlas limpias esto lo hacen los del Centro Especial de Empleo (CEE)

Todos sus integrantes colaboran para elaborar la miel que es el fruto procedente de su trabajo, esfuerzo y constancia.

Las abejas (los participantes, familiares y profesionales), portan en sus patas (en su mente y corazón) el polen (su experiencia) En el abdomen de las abejas (donde están los consejos que reciben) emiten un olor que guía a las abejas (los integrantes de Salud Mental ) hacia el lugar donde se encuentran  los alimentos que pueden aprovechar. Una abeja emigrada de su colmena se vuelve otra vez a ella.

La anatomía de la reina (los técnicos) es similar a la de la abeja obrera (los demás integrantes) ella tiene un órgano reproductor, son como las madres de todos.

No hay zánganos en estas colmenas aunque en la realidad son las que fecundan a la reina. Tenemos que comprobar el funcionamiento normal de la colmena para ello se usa el ahumador para echar bocanadas de humo en  la piquera (que es al agujero  de abajo por donde salen y entran) esta comprobación de la colmena se hace con los cuestionarios de satisfacción y las revisiones externas que se hacen para llevar un control.

El apicultor hace ficha de cada colmena (los de federación) y a las abejas , el Plan de Apoyos Integrado (PAI)

La miel (el fruto de la colmena de Salud Mental Aranda) se extrae con el extractor para ello se quita de cada cuadro o panal la capa de cera que cubre las celdas (que es lo que hace que cada participante deje ver sus verdaderos valores de su interior), y en la rotación del extractor de cada panal o cuadro esculla la miel.

Para la invernada (el estado de confinamiento reciente) que es cuando termina la floración se deja  a las abejas con un poco de miel en el alza (que son los consejos que hemos recibido y nos han servido para este tiempo de confinamiento). Durante los rigores invernales se las facilita algún resguardo del aire norte, lluvia y nieve (los momentos de valle de cada uno de los participantes)

Las colmenas tienen enemigos: los abejarrucos (que son externos como el estigma), la polilla que son ácaros (que son las críticas internas)

La colmena Salud Mental Aranda es una fuente de riqueza y su miel es una alimento que no tiene fecha de caducidad.

 

Redactado por Alberto Blanco Platel, miembro del Comité Pro Salud Mental y participante.

 VERANO 2020

¿Qué tiene de especial el verano de este año y como estamos pasando las ansiadas y merecidas vacaciones?

Especial no se sí será la palabra adecuada, pero diferente, distinto a cualquier otro verano pasado, sí que lo es. Es un verano, digamos, atípico, pues no se nos tiene que olvidar que seguimos con una pandemia mundial, con un “bichito” que nos está haciendo cambiar nuestros hábitos de vida, tenemos que aprender a convivir con él nos guste o no, pues este verano para poder disfrutar todos y todas tenemos que poner de nuestra parte, ser responsables y seguir los consejos que nos dan las autoridades sanitarias.

Seguramente la población, no toda, se pensó que después de haber estado “confinados” durante 99 días debido a un Estado de Alarma, había que disfrutar del verano y no pensar en la situación que estamos viviendo. Y es que a la vista de cómo está la situación en nuestro país, pienso que hay parte de la población que no se ha tomado en serio que seguimos viviendo con “la Covid-19”.

Estamos empezando el mes de agosto y nuestro país está lleno de “brotes” o “rebrotes”, como lo quieran llamar, y de zonas que han tenido que “confinar”, y da la impresión que a muchas personas les importa “un pimiento”, por no decir otra palabra más fuerte, lo que pasa. Es cierto que la mayoría cumple con las medidas impuestas, pero esto es cosa de todos y todas y sí seguimos así echaremos a perder todo lo conseguido hasta ahora. ¡Que pronto se nos han olvidado los menajes que aparecieron, en nuestras ventanas y balcones durante el Estado de Alarma, junto a los dibujos del arcoíris que pintaron los más pequeños, aquello de: “todo va a salir bien”!. Tengo mis dudas, pues hasta que no nos han obligado a llevar mascarilla, bajo multa, ni caso, y es que en este país hasta que no nos dan en el bolsillo, como que no va con nosotros. ¡¡No cambiamos!!.

Todos y todas tenemos muchas ganas de salir, divertirnos, ir de fiesta, celebrar comidas familiares, etc… o simplemente de descansar o desconectar, pero tenemos que ser responsables porque tenemos mucho que perder y nada que ganar. No sólo la economía del país se nos puede hundir, más de lo que ya está; tenemos que pensar en el personal sanitario al igual que en muchas personas, que acabaron agotados y necesitan reponerse para estar al pie de cañón por lo que pueda venir de cara al otoño, según nos están advirtiendo; pensar también en nuestros mayores, sobre todo los que están en residencias, para que no vuelva a pasar lo mismo, aunque lamentablemente en el algunas zonas del país ya lo están sufriendo; y por supuesto, pensar en muchos colectivos de personas con capacidades diversas, que han tenido que adaptarse, no sin esfuerzo, a esta nueva situación, ha sido un camino duro y difícil el que han recorrido y ahora que van retomando su día a día, no hagamos que por culpa de unos pocos irresponsables todo vuelva a la “casilla de salida”.

Con lo sencillo que es seguir unas simples normas: mascarilla – distancia social – lavado de manos, para que todo salga bien. Sólo con mirar en las redes sociales de nuestra Asociación, Salud Mental Aranda, vemos como nuestros participantes cumplen con todos los protocolos sanitarios para poder seguir con su rutina diaria, tan beneficiosa y necesaria para ellos.

Sí todos y todas cumplimos podremos disfrutar lo que queda de este verano, de las playas, las montañas, los ríos, el monte, de lo que queramos o podamos y digo podamos porque sé que tristemente hay muchas personas que ni siquiera pueden disfrutar debido a la situación económica que sea producido por el “bichito” y si no queremos que esto empeore y volvamos a sufrir lo que hemos pasado, hay que ser responsables y pensar que  simplemente es un verano atípico, solo uno en nuestras vidas, y más vale perder un verano, que perder vidas, por ser irresponsables con nuestro comportamiento, pues esto es cosa de todos y entre todos lo conseguiremos. Sé que la mayoría de la población cumple y aun así se puede coger el “bichito” en un descuido, con eso tenemos que convivir pero siendo responsables podremos hacer que esto se calme. No seamos egoístas y solo pensemos en nosotros, reflexionemos un poco antes de tomar alguna decisión, con un simple esfuerzo mínimo, no sólo nos protegemos a nosotros sino que no ponemos en riesgo a muchas personas, sobre todo a las más cercanas y vulnerables.

Conclusión estamos viviendo un verano diferente y en el cual tenemos que llevar un nuevo accesorio (mascarilla), aunque nos de calor, guardar la llama “distancia social” y lavado de manos, pero como he mencionado antes, si todos cumplimos, será solamente un verano en nuestras vidas, así que a ser responsables, para no asustarnos ante determinados comportamientos que vemos por los distintos medios de comunicación, que no merecen mención. Nos quedaran muchos veranos por disfrutar, como lo hacíamos antes de la “pandemia”, pero si todas y todos cumplimos.

MendyLuna

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DESDE MI VENTANA

Durante los 99 días que duró el “ESTADO DE ALARMA” o “CONFINAMIENTO”, ¿qué he observado desde mi ventana?

El primer día de esta situación que nos tocó vivir, como era domingo, quizás algo de silencio en la calle, sobre todo por la tarde, pues no vi a nadie pasear, ni coches, pero parecido a cualquier domingo de invierno. Fueron pasando los días y entonces sí que  observé un silencio nada habitual, sobre todo durante las semanas más duras. Poco a poco vi como mis vecinos iban arreglando los jardines, podando los setos, cortando el césped, podando los frutales.

Observé como las ventanas y balcones se llenaban de banderas y dibujos de arcoíris. Alguna tarde que otra que me sentaba a tomar un café en mi terraza, veía, a lo lejos, a una persona dando paseos en su terraza y pensaba, “otra persona afortunada como yo,  pues al menos tenemos una terracita donde salir, dar unos pasitos y tomar el sol”.

Cuando miraba hacía la Autovía (A1) vi como solamente pasaban algunos camiones y muy de vez en cuando algún coche, al igual que por la N-122, la carretera que va hacia el polígono industrial, y me invadía una gran tristeza, pensaba: ¿cuándo volverán a verse las carreteras y calles llenas de vehículos?, me daba la impresión de estar en un sueño, sobre todo por ese silencio inusual, que se rompía cada día a las 8 de la tarde, con los aplausos de los vecinos, con los que me emocionaba, sobre todo en los días más difíciles, y alguna lagrimita que otra se me escaba, pues pensaba en las personas que se iban y en la gente que tenía que seguir trabajando y dando todo para vencer a este “Covid-19” y para que el país no se parase del todo.

Un día, durante estos aplausos hubo algo que me llamó la atención, a la derecha de mi terraza hay una residencia de personas mayoras, vi salir a una trabajadora, con la cabeza baja, pensé, ¿cómo habrá sido su jornada?, sobre todo los días en que vi a la UME (Unidad Militar de Emergencias) y los Bomberos de Aranda ir a desinfectar la residencia, y deseaba que todo terminase pronto para que esa persona y muchas otras se pudieran ir a sus casas o donde quisieran como antes de esta “pandemia”.

A lo largo de este tiempo, desde mis ventanas y terraza, he observado muchas cosas, cosas en las que quizás no me había fijado antes o que no apreciaba tanto. He visto como los lilos y los frutales durante la primavera, que se nos escapó, florecían, como esas flores desaparecían y como las flores de los frutales se convertían en frutos, con la llegada del verano.  A lo lejos vi como los páramos iban cambiado de color, como en primavera estaban de un verde que quizás nunca había apreciado, sobre todo con la puesta del sol, pasada la primavera algunos campos se divisan amarillos, campos de cereal, y otros están más verdes, campos de viñedos.

En definitiva, con el paso del tiempo he observado como la naturaleza seguía su ciclo de vida, quizás ajena a lo que las personas estábamos viviendo y sólo podíamos mirar desde nuestras ventanas.

También vi cosas que no me gustaron, sobre todo con las “Fases de Desescalada” y pensaba: “NO, ASÍ NO SALIMOS DE ESTA, QUE ESTO ES COSA DE TODOS”. En fin, no merece la pena mencionarlo ahora que ya podemos disfrutar, dentro de unas normas sanitarias, de las cosas que durante muchos días observamos desde nuestras ventanas.

Ahora que ya estamos inmersos en esta llamada “nueva normalidad” y veo que las calles están llenas de personas paseando, de coches circulando, lo que pienso, sentada en mi terraza, es que ojala nunca más volvamos a escuchar ese “silencio extraño” en nuestras calles, que toda la población sea responsable para no volver a ver pasar las estaciones del año desde nuestras ventanas, como el otoño con sus ocres y demás colores que nos alegran la vista. Y sobre todo que podamos disfrutar, en plena naturaleza, de esos arcoíris, que llenaron muchas ventanas, que cuando los miremos nos acordemos de lo que ha vivido nuestra sociedad, que permanezcan en nuestra memoria y no se nos olvide lo duro que puede llegar a ser ver pasar la vida desde una ventana.

 

MendyLuna

 

 

REFLEXIONEANDO…

Desde mi ventana no  podía saber si el mundo cambiaría para siempre o si después de toda esta situación, las cosas seguirían más o menos parecidas, Pero sí sé que este virus nos estaba dando la oportunidad de mirar nuestra vida de una forma diferente.

 

Tal vez después de esta situación, comprendamos más al resto de personas.  Tal vez ya no nos olvidaremos de lo que nos aporta el resto, de lo que vale un beso, de lo que nos hace sentir un abrazo, lo que vale poder estar cerca de la gente que nos acompaña en el día a día…

Tal vez ahora que hemos tenido tiempo para reflexionar, nos damos cuenta de lo que somos capaces de hacer y de dónde están nuestros propios límites.  (Sigo opinando que están mucho más lejos de lo que nosotros creemos)

 

Como desde mi ventana no  podía ver todo el mundo, decidí mirar desde las ventanas de Amapola, Menta y Espliego a través de los ojos de sus participantes y estas reflexiones son las que hacen que me dé cuenta de que no deberíamos olvidarnos nunca de lo que nos hace ser personas… independientemente de la situación que nos rodeé o de las circunstancias que nos toquen vivir.

Celia G.

REFLEXIONES DESDE LAS VENTANAS DE AMAPOLA…

En Amapola la música nos ha estado acompañando durante todo el confinamiento, nos ha servido para relajarnos, reflexionar, conectar con nosotras mismas, para pasar ratos divertidos e incluso para hacer un karaoke.

Por eso desde Amapola queremos compartir una canción con vosotros. Para que os sirva de inspiración, refugio, relax, desconexión… para que la disfrutéis solos o en compañía.

Y para que veáis que a pesar de las circunstancias según como lo miremos todo puede ser… BONITO.

 

https://www.youtube.com/watch?v=BRTpdxUoJv4

 

Bonito

Todo me parece bonito.

Bonita mañana, bonito lugar.

Bonita la cama, qué bien se ve el mar.

 

Bonito es el día

que acaba de empezar.

Bonita la vida…

Respira, respira, respira

 

Bonita la paz, bonita la vida

Bonito volver a nacer cada día

Bonita la verdad cuando no suena a mentira

Bonita la amistad, bonita la risa

 

Bonita la gente cuando hay calidad

Bonita la gente que no se arrepiente

Que gana y que pierde, que habla y no miente

Bonita la gente, por eso yo digo

 

Bonito

Todo me parece bonito

Bonito

Todo me parece bonito…

 

Begoña, Elena y Pilar.

 

REFLEXIONES DESDE LAS VENTANAS DE ESPLIEGO…

En un abrir y cerrar de ojos todo puede cambiar. Nos cierran las fronteras, los hospitales se saturan, nos limitan salir a las calles y el miedo  se nota en el ambiente. Mientras esto va sucediendo, nos damos cuenta que echamos de menos esas pequeñas cosas que muchas veces durante nuestras rutinas diarias dejamos de lado, todas esas cosas a las que antes no les dábamos importancia.

El coronavirus nos ha traído algunos cambios radicales en nuestra vida en un plazo muy corto de tiempo pero en Espliego eso no nos ha frenado y hemos estado reflexionando y buscando lo positivo, lo que nos ha hecho sentir agusto durante el confinamiento, lo que hemos aprendido  y con lo que de verdad nos queremos quedar.

Estas son algunas de las reflexiones que Marcelino, Francisco, Víctor y Alfonso han querido compartir con nosotros:

 

Más unión en general; sobre todo con mi familia. He  añadido a mi vida otra experiencia y ésta me ha hecho tener más ganas de vivir. 

En ocasiones reflexiono y me sorprende lo bien que he sabido llevarlo.

Mis hermanos me han estado llamando todos los días y eso,  me ha hecho sentir bien.

He aprendido a buscar tiempo para mí, a hacer cosas que realmente me gustan Al pasar más tiempo juntos, el compañerismo se ha visto reforzado.

Alfonso, Francisco, Marcelino y Víctor.